En el noreste de Costa Rica se inició la primera experiencia de cultivo orgánico de piñas, que tienen una creciente demanda en los mercados norteamericano y europeo.
Con 1.100 hectáreas, un predio vende toda su producción a la transnacional Dole, que hace medio siglo inició la comercialización de piñas en Hawaii, pero ahora ha trasladado parte de sus operaciones a Centroamérica.
El cultivo de piñas está en el banquillo en Costa Rica (el mayor exportador de esta fruta) pues ecologistas y vecinos de plantaciones denuncian que está dañando el ambiente y contaminando los ríos.
Por ejemplo, la Corte Suprema, que acogió recientemente en forma parcial un recurso de amparo contra empresas piñeras, dictaminó que “la inadecuada disposición de desechos de la piña” causa la proliferación de la “mosca picadora o de establo”, con el consiguiente perjuicio a los ganaderos.
De acuerdo con AFO, el tribunal ordenó al Ministerio del Ambiente terminar con los focos de contaminación causados por la producción de piñas, que se ha convertido en la principal fuente de divisas por exportaciones agrícolas del país, junto al banano.
La superficie de cultivos de piña, conocida en la colonia como la “reina de las frutas”, se ha triplicado en la última década en Costa Rica.
Se producen piñas “golden sweet” (las más dulces y cotizadas en el mercado) utilizando como fertilizantes sangre de ganado (seca) y harina de pescado, así como control biológico (insectos) para atacar las plagas.
Aunque producirlas de manera orgánica cuesta más, estas piñas valen 30% más que las comunes en el mercado internacional.
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